Finaliza
el año y vamos revisando a ver qué banda nos quedó en el tintero. Cuál de las
que realmente es necesario escuchar todavía no ha sonado este año. Y del
resultado sale: The Libertines. ¿Por que? Porque fue de lo mejor que nos pasó la
década pasada. Porque es una banda que llegó para rejuvenecer al maravilloso
rock ingles. En los 60 fueron Beatles y Stones, en los 70 The Clash y Pistols,
en los 80 The Smiths y The Jam, en los 90 Oasis y Blur. Junto a los Arctic
Monkeys, son parte de una generación que llegó para retomar y reavivar un
legado musical valiosísimo.
En los 2000 les tocó a ellos junto a otras
bandas aprovechar, en el buen sentido, el rebote del éxito mundial que se
producía del otro lado del océano con los Strokes y su rock de garage, a la
antigua pero moderno, que traía nuevamente una forma de hacer rock: con las
guitarras al mando, rápido, divertido y vital. Pero como lo que ofrecen los
Libertines es algo tan bueno, no se los puede encasillar así nomas ni mucho
menos tomarlos como una banda que se sumó a la nueva ola rompiente.
Unidos por la
pasión por el rock tradicional mencionado al comienzo, sus líderes se conocen
gracias a la hermana de Pete Doherty que estudiaba teatro en la universidad con
Carl Barat. Ella descubre que ambos comparten una devoción extrema por The
Smiths y decide contactarlos. Fue amor a primera vista. En ese momento se
enciende la chispa de una pareja musical incendiaria. Con todo lo bueno y todo
lo malo. Una relación que siempre incluyó admiración, pasión, celos, obsesiones
y escándalos. Y que dejó un fruto importantísimo. Ya sabemos que muchas bandas
sacudieron al universo rockero con solo un par de discos, con apenas una corta
existencia. Este es uno de esos casos.
Editaron dos
discos de estudio, ambos con la producción del genial Clash Mick Jones. O con
la genial mirada, o acompañamiento que les hizo. Porque en los dos casos no
intervino demasiado. El sonido de los Libertines es encantador en parte por
este hecho, el de que las canciones no se tocaran demasiado antes de ser
grabadas definitivamente. Muchas de primera toma, para reflejar la
espontaneidad, la fuerza y la magia de la dupla de Barat y Doherty.
En 2002 sacan Up
the bracket con temazos como el que le da nombre al álbum, Time for heroes,
Tell the King y Death on the stairs entre otros. En 2004, su 2º y último disco
titulado simplemente The Libertines, con grandes canciones como Don’t be shy,
What Katie did, la maravillosa What bécame of the likely lads y uno de sus
grandes hits irresistibles: Can’t stand me now.
Es una banda que nos causó solo una
decepción: la de dejarnos con las ganas de más. Volvieron hace un tiempo para
tocar en algunos festivales, pero por el momento no hay miras de que vayan a
regresar de forma permanente.
Sea por Doherty y su constante lucha contra sus
demonios, su agitadísima vida (estuvo preso, luego fue absuelto en un juicio
por robo porque se demostró que estaba demasiado borracho como para cometer un
delito, entre otras cosas). Sea por los contrastes cada vez mayores respecto a
su media naranja musical Carl Barat (hoy día limpio, sobrio, padre reciente y músico
dedicado). Sea por lo que sea, nos están privando de disfrutar de todo lo que
tiene para dar una banda tan genial como la de ellos.