31 dic 2011

The Libertines

            Finaliza el año y vamos revisando a ver qué banda nos quedó en el tintero. Cuál de las que realmente es necesario escuchar todavía no ha sonado este año. Y del resultado sale: The Libertines. ¿Por que? Porque fue de lo mejor que nos pasó la década pasada. Porque es una banda que llegó para rejuvenecer al maravilloso rock ingles. En los 60 fueron Beatles y Stones, en los 70 The Clash y Pistols, en los 80 The Smiths y The Jam, en los 90 Oasis y Blur. Junto a los Arctic Monkeys, son parte de una generación que llegó para retomar y reavivar un legado musical valiosísimo.
 En los 2000 les tocó a ellos junto a otras bandas aprovechar, en el buen sentido, el rebote del éxito mundial que se producía del otro lado del océano con los Strokes y su rock de garage, a la antigua pero moderno, que traía nuevamente una forma de hacer rock: con las guitarras al mando, rápido, divertido y vital. Pero como lo que ofrecen los Libertines es algo tan bueno, no se los puede encasillar así nomas ni mucho menos tomarlos como una banda que se sumó a la nueva ola rompiente.
      Unidos por la pasión por el rock tradicional mencionado al comienzo, sus líderes se conocen gracias a la hermana de Pete Doherty que estudiaba teatro en la universidad con Carl Barat. Ella descubre que ambos comparten una devoción extrema por The Smiths y decide contactarlos. Fue amor a primera vista. En ese momento se enciende la chispa de una pareja musical incendiaria. Con todo lo bueno y todo lo malo. Una relación que siempre incluyó admiración, pasión, celos, obsesiones y escándalos. Y que dejó un fruto importantísimo. Ya sabemos que muchas bandas sacudieron al universo rockero con solo un par de discos, con apenas una corta existencia. Este es uno de esos casos.
       Editaron dos discos de estudio, ambos con la producción del genial Clash Mick Jones. O con la genial mirada, o acompañamiento que les hizo. Porque en los dos casos no intervino demasiado. El sonido de los Libertines es encantador en parte por este hecho, el de que las canciones no se tocaran demasiado antes de ser grabadas definitivamente. Muchas de primera toma, para reflejar la espontaneidad, la fuerza y la magia de la dupla de Barat y Doherty.
          En 2002 sacan Up the bracket con temazos como el que le da nombre al álbum, Time for heroes, Tell the King y Death on the stairs entre otros. En 2004, su 2º y último disco titulado simplemente The Libertines, con grandes canciones como Don’t be shy, What Katie did, la maravillosa What bécame of the likely lads y uno de sus grandes hits irresistibles: Can’t stand me now.
  Es una banda que nos causó solo una decepción: la de dejarnos con las ganas de más. Volvieron hace un tiempo para tocar en algunos festivales, pero por el momento no hay miras de que vayan a regresar de forma permanente. 
Sea por Doherty y su constante lucha contra sus demonios, su agitadísima vida (estuvo preso, luego fue absuelto en un juicio por robo porque se demostró que estaba demasiado borracho como para cometer un delito, entre otras cosas). Sea por los contrastes cada vez mayores respecto a su media naranja musical Carl Barat (hoy día limpio, sobrio, padre reciente y músico dedicado). Sea por lo que sea, nos están privando de disfrutar de todo lo que tiene para dar una banda tan genial como la de ellos.

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