30 ago 2011

Oasis

Hace unos días, el 18 de agosto, se cumplieron 20 años del primer show de un Oasis aun sin uno de sus componentes principales, el que le aportó talento a través de la composición de la inmensa mayoría de los temas que luego los harían llenar estadios hasta el hartazgo: Noel Gallagher, creador de himnos como pocos, alguien que con su mirada universal supo contener y entender a las masas, volcando en sus letras vivencias que podrían ser de cualquiera, desde una ruptura amorosa hasta una noche de aburrimiento, amenizada por cigarrillos y alcohol.
Esta mirada que le supo dar Noel tenía que ver con su procedencia: la maravillosa ciudad de Manchester, la cual nos legó bandas de la talla de los Buzzcocks, Joy Division y The Smiths, solo por mencionar algunas. El entorno, repito como siempre, tiene que ver con lo que las bandas luego desarrollan, es fundamental, es el ecosistema donde los malparidos del rock crecen y adoptan su comportamiento. Y tratándose de Manchester, una ciudad de fábricas, también de desempleo y desaliento, es lógico que las letras de Oasis reflejaran el sentir de una juventud cansada de no encontrar oportunidades, una variante inmutable en la historia de la humanidad y de cualquier género.
Pero Oasis también, a cuento de los himnos que mencionaba, supo, o no, simplemente lo logró, superar esa barrera y conseguir que no solo los escuchen multitudes de borrachos y parias, también con esa universalidad de las letras arrasó fronteras y se metió en los oídos de todos.
En 1991 se forman como banda, con el pretencioso, canchero y carismático Liam Gallagher al frente, luego se uniría Noel y como decía, en solo 3 años rompieron todo.
En 1994 se edita su álbum debut Definitely Maybe, discazo del cual cabe aclarar antes de mencionar los temas más sobresalientes, que no se trata de un grandes éxitos, aunque sí: Rock and Roll Star, rockandrollazo acerca de la fama y una frase “in my mind my dreams are real” como invitación para que cualquiera sueñe con ser una estrella. Cigarettes and Alcohol, otro tema potentísimo, cigarrillos y alcohol, un himno de la banda que no se queda en la descripción de una escena aburrida, también alienta diciendo que si queres pasar tus días al sol, tenes que hacer que eso ocurra. Y Live Forever, otro himno, otro gran tema, vivir para siempre, ¿quién no querría?: “quizás vos seas igual que yo, nosotros vemos cosas que ellos nunca verán, vos y yo viviremos para siempre”.  Supersonic, Shakermaker y Slide Away, otros grandes temas de un debut realmente brillante.
En 1995 llegaría la explosión planetaria, con “What’s the story? Morning Glory”. Un discazo al palo y la consagración, tan fácil de explicar como nombrar, como en el primer álbum, algunos de sus temas. Aunque pienso que con estos tres alcanza para que cualquiera conquiste el mundo: Champagne Supernova, Don’t Look Back in Anger y claro, Wonderwall. Temas eternos pertenecientes al colectivo imaginario mundial, patrimonio de la humanidad ¡carajo!.
Estaban en la cima y allí se mantuvieron, con 5 discos más y toneladas de simples exitosísimos, imposible de resumir en pocas líneas una banda como Oasis. Hasta 2009, justamente se cumplieron hace poco dos años de su separación ¿definitiva?. Ojala que no, ahora están cada uno en la suya, pero los estadios necesitan llenarse con bandas así, con talento, actitud y sobre todo grandes, grandes melodías.

Metallica - The Black Album

Se cumplieron el pasado 12 de agosto, 20 años de la salida de un disco fundamental, para ellos y para todos, The Black Album. Además, estamos a 30 años de su formación, allá lejos, promediando 1981, en Los Ángeles, California. Una unión musical que comenzaría por la inquietud de Lars Ulrich y la respuesta de James Hetfield, germen principal de esta historia. Una formación que con el tiempo pasaría de ser una gran banda de trash metal a convertirse en un supermonstruo que aplasta, incendia y destruye todo lo que se interpone en su camino.
Porque así suena Metallica. Los que tuvieron la fortuna de verlos en vivo, más aún en la gran presentación que hicieron de este disco en el estadio de Vélez en 1993, pueden, podemos, dar fe de eso. Para dar ese paso, claro que fue fundamental este trabajo. Y, por supuesto, la trayectoria que tenían al momento, con trabajos como Master of Puppets y el antecesor del álbum negro, And Justice For All, el punto trashero máximo perfecto de Metallica y el favorito de mas de un fundamentalista metálico.
Acá entra la polémica, como sucedió un par de veces en la historia de ellos. La hubo en el momento de la salida de este gran disco, el cual algunos consideraron como una “venta” de la banda, como una versión apta para todo público o una especie de Metallica para principiantes. Equivocadísimos, quedó muy claro, además, los que en su momento se horrorizaron por esto se deben haber querido suicidar con Load, valga el comentario al margen.
Con este trabajo Metallica no solo conquistó al mundo y se cansó de girar para presentarlo. También inició un cambio cultural en la gente a la hora de escuchar música. Logró instalar al metal como género rockero incorporado a la vida cotidiana de las masas, para bien o para mal, lo sacó del ghetto. Anteriormente el metal era la música que odiaban tus padres. Ahora no solo la prefieren, si no que los recitales de este tipo se llenan de padres que van con sus hijos y el resto de la familia. Eso, del género hacia el exterior, para fuera. Para adentro, marcó indudablemente un hito en el heavy, como no sucedía desde hacía casi diez años, desde la “nueva ola del metal británico” con Iron Maiden a la cabeza.
Con respecto al disco, es uno de esos que conocemos todos. Con varios temas que quedaron en la historia, una placa extraordinariamente exitosa. Un trabajo en el cual Metallica refinó su sonido sin entregar nada de su fibra íntima, al contrario, la proyectó.
En Wherever I may roam bien se podría resumir no solo el sonido de esta placa, si no la actitud, la fuerza y el lugar ganado por la banda: un camión cargado de vagabundos, casados con la ruta y eligiendo a la tierra misma como su trono.